Desde que tengo memoria, caminar ha sido algo natural para mí. Es mi forma de moverme, de pensar, de conectar. En mi rutina diaria, salir a dar una vuelta de 10 o 20 minutos me ayuda a ordenar ideas, o simplemente a liberar la mente.
Pero no fue hasta que entré en el mundo del ultra trail —donde caminar también es avanzar— que entendí el valor profundo del movimiento en silencio. Horas solo, en la montaña, sin distracciones… y en completa conexión con el entorno.
Hoy, a esta práctica cotidiana muchos le llaman silent walk. Una caminata sin auriculares, sin música, sin teléfono. Solo tú, tus pasos y el entorno.
Y lo mejor es que no necesitas una montaña para experimentarlo. Puedes hacerlo en tu barrio, en un parque, en la acera frente a tu casa.
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