No importa cuánto corras ni cuán rápido corras, luchas contra la resistencia en tu cabeza para hacer algo que sabes que será bueno para ti.
Te das tiempo para estar solo afuera, para pensar, para reflexionar, para sentir tu corazón latir más rápido, para mover tus piernas como lo hacías cuando eras niño.
Eres fuerte. tienes una pasión. Tienes unas ambición.